Trastornos mentales en la infancia - Trastornos de ansiedad, depresión infantil, trastornos obsesivos y TDA.
Nunca resulta sencillo aceptar que nuestro hijo pueda tener algún tipo de enfermedad, y esto – según mi experiencia – se agrava cuando la enfermedad es un posible trastorno mental.
Enseñar una brazo escayolado con el objetivo de curar una lesión no supone ningún inconveniente, pues ir al psiquiatra o al psicólogo debería ser exactamente igual y no ser motivo de vergüenza, hablamos de la salud mental de un infante y eso debería ser lo más importante.
Dicho esto, viene la pregunta:
¿Cuándo hay que pedir ayuda para enfrentar un posible trastorno mental en la infancia?
Al hablar de los niños, las emociones y comportamientos son cambiantes, ya que se encuentran en pleno desarrollo. Cualquier niño se puede sentir triste o irritable, llorar y mostrarse inquieto o interactuar con dificultad con otros niños o adultos.
En la mayoría de ocasiones son momentos puntuales de la adaptación y el desarrollo que no deben causarnos preocupación.
No obstante, en algunas ocasiones cuando estas conductas se hacen más frecuentes y permanentes, debemos prestar atención ya que muchos trastornos mentales comienzan en la infancia.
Trastornos de ansiedad
Los trastornos de ansiedad se pueden manifestar como ansiedad de separación del medio familiar.
Se expresan como un temor intenso a quedarse solos en casa o a dormir solos en una habitación, o la ansiedad y la timidez que retraen al niño y le impiden formar un grupo de amistades. Deben ser detectados a tiempo para ayudar al niño lo antes posible.
Ocasionalmente encontramos al niño triste, desinteresado por la vida escolar y las amistades, con tendencia al llanto e irritabilidad, síntomas que pueden ser la señal de alarma de una depresión infantil.
Trastornos obsesivos
Los trastornos obsesivos que se acompañan de rituales de comprobación comienzan a menudo en la infancia y tienen una mejor evolución si se abordan precozmente.
Ayudar al niño cuanto antes debería ser la máxima.
Trastornos por déficit de atención – TDA
El trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad asociada, es un motivo de consulta frecuente, ya que en la mayoría de estos niños se observa una disminución del rendimiento en los estudios a medida que las materias se vuelven más complejas.
Son niños con capacidad intelectual normal o elevada, pero que no tienen automatizado el proceso de focalizar la atención y mantenerla en una tarea, sobre todo si esta no es de su agrado. Pueden sacar notas altas en asignaturas que les interesan de forma natural y notas bajas en materias que no les interesan porque al tener el libro o los deberes encima de la mesa no prestan atención y no obtienen ninguna información sobre la tarea.
Estos niños se sienten frustrados y con baja autoestima, ya que reciben llamadas de atención del colegio y los padres, se les llama vagos o torpes (gran error, NUNCA se le debería decir a un niño).
A causa de esto aumenta el riesgo de consumo de sustancias, de manera individual o en grupo. Esto sucede por sentirse excluidos de la normalidad de la clase y del grupo familiar.
Trastornos del espectro autista
Los trastornos del espectro autista – para quien desconozca este trastorno, cito al CDC – «son discapacidades del desarrollo causadas por diferencias en el cerebro.»
Sus dificultades para comprender el mundo en minoría, están siendo diagnosticados con mayor frecuencia y precisión – afortunadamente -.
Las reacciones de los niños que padecen TEA pueden reaccionar a un ambiente extraño tirándose al suelo y expresando conductas que pueden interpretarse como agresión. Estas conductas resultan más difíciles de manejar a medida que el crecimiento avanza.
Los niños pueden mostrar conductas desafiantes, que ponen a prueba a padres y educadores y que, si se convierte en un modo de afrontamiento habitual de los problemas, puede indicar que estamos ante un inicio de un trastorno negativista desafiante.
Respondiendo al pregunta ¿Cuándo hay que pedir ayuda?
Me encantaría poder ayudaros con una verdad absoluta, pero lo cierto es que sólo puedo daros ciertas pautas.
Bien, si estos comportamientos duran durante semanas o meses, es necesario – por tranquilidad – buscar la opinión de un experto. Sobre todo si estas conductas están afectando de modo importante el funcionamiento escolar y familiar del niño.
Se debe prestar atención cuando los niños:
- Están generalmente irritables y tienen muchas rabietas.
- Se quejan de dolor de cabeza o estómago muchos días.
- Expresan preocupaciones y miedos excesivos y frecuentes.
- Se mueven constantemente, de modo excesivo y sin poder jugar sentados, por ejemplo, a dibujar, leer o hacer puzzles y únicamente se tranquilizan con pantallas.
- Pasan mucho tiempo en la cama semidormidos o por el contrario no pueden conciliar el sueño nocturno.
- Se niegan a jugar con los compañeros y no hablan de sus amistades.
- El rendimiento escolar no es el esperado.
- Repiten rituales de movimientos para revisar las cosas de modo incomprensible por miedo a que algo terrible pueda suceder. También cuando presentan tics, movimientos repetitivos, de la cara y el cuerpo.
Ante estos comportamientos, es adecuado preguntar al profesor su opinión, recopilar la información de todos los familiares y planificar una consulta con un profesional de la salud mental, que puede evaluar si los cambios en el comportamiento del niño pueden tener origen en algún cambio familiar o escolar, o bien necesita de un estudio de mayor profundidad, que requiera un tratamiento de psicoterapia y tal vez la ayuda mínima de algún fármaco puntualmente.